Claro, Vincent no es su nombre real, en realidad actualmente no tiene nada en contra de su nombre real, pueden leerlo tranquilamente en sus documentos o simplemente en preguntarle, se llama Myungdae Kang, pero... ya lleva muchos años usando Vincent, ¿para que reclamar usar su nombre verdadero cuando Vincent ya se siente parte de su identidad?

Nacio un 9 de junio de 1997, haciendo que actualmente tenga 27 años, ¡aun esta en la flor de la juventud! Aunque sus dolores de espalda digan otra cosa, es de géminis y bueno, no sabe mucho sobre horóscopos y astros, espera que no sea tan malo! Actualmente trabaja como presentador en una radio, es cantautor, y también se dedica a componer y producir canciones para otros artistas o grupos musicales, participa en una infinidad de proyectos musicales junto con otros artistas y aunque no es muy reconocido, puede vivir cómodamente con sus ganancias y comprarse algún que otro caprichito.

De nacionalidad francesa, nacio en las calles de Villeurbanne, no tiene mucho más que comentar. Habla francés, tiene un coreano y un inglés rotisimo, ¡lo está intentado!

Es difícil reflexionar sobre su propia personalidad, sobre quién es y las decisiones que lo han llevado hasta ahí, especialmente cuando siente que su vida ha sido una mentira o cuando no puede controlar gran parte de ella. Desde pequeño, ya sabía que era un perdedor, ¡en el mejor de los sentidos! Chistes malos, comportamientos que salían de lo normal y una vida marcada por la mala suerte fueron los primeros obstáculos que tuvo que afrontar. Sin embargo, esa fue la primera meta que de propuso en su vida: trabajar arduamente, superarse a sí mismo, a pesar de todo.

Optó por la radio, una excusa para empezar a mejorar sus habilidades sociales. Curiosamente, es increíblemente bueno en su trabajo, capaz de realizar transmisiones de más de dos horas, pero es pésimo cuando se trata de interactuar cara a cara, incluso con sus amigos. Las interacciones sociales lo agotan rápidamente, al punto de que a menudo no recuerda cómo llegó a una conversación ni por qué dijo lo que dijo. Esto le hace perder fácilmente el hilo de las charlas, y por vergüenza, a veces no se esfuerza en retomar las relaciones. A pesar de ello, siempre intenta ser amable y cariñoso con sus besties.

Puede ser increíblemente molesto con sus amigos, dificil saber si es de verdad una persona tonta o si simplemente esta fingiendo, hace acciones tantas, preguntas que parecen muy obvias. Tiene una imaginación muy rica y creativa, aunque, como todo en su vida, sus pensamientos y proyectos se interrumpen con facilidad. Es capaz de crear cosas sorprendentes, pero a menudo siente que se desvanecen tan rápido como llegan.

Se acostumbró a la idea de que las metas y los objetivos no siempre son algo fijo en su vida. Siempre duda sobre qué es real o no, es difícil para él comprometerse completamente con cualquier meta. Las cosas a las que alguna vez pensó que debía aspirar se desvanecen rápidamente, y aquello que parecía importante ayer puede ser olvidado hoy.

Se siente incapaz de darle verdadero peso a los planes a largo plazo, su mente constantemente duda sobre qué está persiguiendo o por qué. A veces se dice a sí mismo que lo intentará, que se tomará una meta en serio, pero siempre parece desvanecerse cuando se enfrenta a la realidad de lo efímero de su existencia.

Su rostro tiene una expresión naturalmente aguda, con los ojos entrecerrados, lo que le da una apariencia de seriedad o indiferencia cuando mantiene una expresión más rígida. Sin embargo, al sonreír, se vuelve mucho más simpático, y es que, no por nada, ¡pasaba horas practicando su sonrisa frente al espejo! Tiene un particular hábito de arrugar la nariz al sonreír y también de sacar la lengua. Sus dientes son blancos y perfectamente alineados, y aunque sus grandes dientes frontales pueden recordar a los de un conejo.

Es común que lo comparen con un zorro debido a su aspecto, y a menudo recibe vinchas de zorro en eventos por parte de sus fans. También hay quienes dicen que se parece a un Shiba Inu o incluso a un gato. Su rostro, tiene varios hoyuelos, especialmente en las mejillas, ademas, tiene lunares dispersos por su cuerpo, algunos de los cuales son visibles en su rostro, y dos puntos específicos en el lóbulo de su oreja derecha.

Mide 1,80 cm y posee un físico que, aunque no es el de alguien excesivamente activo, mantiene una buena forma gracias a entrenamientos ligeros y nada exigentes. Su peso suele variar, ya que es un gran amante de la comida y disfruta de los placeres culinarios sin reservas. Sus piernas largas, dan la impresión de ser desproporcionadamente largas en comparación con el resto de su cuerpo, más de una vez recibio algun que otro comentario por ello. Aunque padece de dermatilomanía, las marcas en su piel son poco visibles, ya que se encuentran en zonas menos expuestas, como su espalda o pecho.

A estas alturas de su vida, aún le costaba admitir que simplemente no recordaba nada, desconfiaba de los pocos recuerdos que aún conservaba. Su mente no funcionara correctamente, y cada especialista al que acudió le había dicho lo mismo: su problema era más profundo, algo que no podía resolverse con pastillas ni operaciones. ¿Cómo iba a confiar en sus recuerdos si sus únicas fuentes eran viejas fotos y las páginas desgastadas de su diario, escritas con caligrafía infantil? Había sonrisas, abrazos, sí, pero todo eso se sentía tan lejano, tan ajeno a él, que ni siquiera estaba seguro de haberlo vivido.

Vincent quería creer que había tenido una infancia feliz, que en su vida hubo momentos de verdadera alegría, pero todo parecía estar a una... distancia, como si el niño que estuvo allí no hubiera sido él, como si no pudiera ser él. Sus padres hablaban de aquellos días con ojos brillantes, recordando risas, travesuras, aventuras. Pero esas historias se sentían como si nunca las hubiera vivido. Por más que lo intentaba, no lograba reconocer su propio rostro en las fotos que su madre tomaba con tanto entusiasmo: un niño feliz frente a un monumento, otro cubierto de pastel en una fiesta de cumpleaños. Ninguna de esas imágenes le resultaba familiar. No sentía conexión alguna con ese niño, sentía que esas memorias pertenecieran a alguien más.

Lo que más lo desconcertaba eran sus pesadillas. Cada noche, un dolor profundo lo sacudía, lastimaba su corazón y lo dejaba con el pecho acelerado, la angustia a flor de piel. Al despertar, se sentía atrapado en la confusión, en el desarraigo, con la sensación de que algo, tal vez mucho, se le estaba escapando, y no era capaz de retenerlo. Las fotos, las historias, las palabras de los demás, todo parecía tan ajeno. Lo que él vivió no estaba allí, y eso le resultaba insoportable.

Recordar lo que había sido su vida solo lo hacía sentirse perdido, pequeño, más herido de lo que jamás había estado. El dolor era demasiado intenso, difícil de comprender, y su cabeza siempre le dolía cada vez que se esforzaba por recordar, o incluso cuando los recuerdos regresaban, como si su propia mente le estuviera suplicando que no los sacara a la superficie de nuevo.

No pudo enfrentarse a esos recuerdos, y empezó a conformarse con las pequeñas anécdotas que otros le ofrecían. Vivía en la completa ignorancia, y de alguna manera, eso parecía ser lo mejor. Era más fácil sostener la ficción de una vida feliz que enfrentarse a la fría verdad de lo que había quedado atrás. No era exactamente una mentira, solo se aseguraba de omitir las partes que no encajaban en la historia que él se había construido.